lunes, 20 de diciembre de 2010

Museos, máquinas del tiempo

Por Loli Barilari

Propongo una prueba. Qué tal si le preguntamos a nuestro compañero de trabajo, a nuestro mejor amigo, a nuestra pareja, che’ ¿qué onda con los museos?, ¿te pinta ir este fin de semana a visitar uno? Imaginemos esta situación. ¿Qué cara pondría quien está frente a nosotros? O mejor aún, ¿qué cara podríamos nosotros si nos cuestionamos, y los museos, ‘qué onda’?
Hoy la mayoría de las ciudades globalizadas, ofrecen una variada oferta cultural y ociosa, de la que los museos son sólo una parte. Éstos, a veces pasados de moda, se encuentran frente al gran reto de competir no sólo con sus viejos oponentes, las galerías de arte, sino además con un abanico de posibilidades: funciones de teatro, música en vivo, cine, festivales, e incluso fiestas. Estas propuestas parecen siempre prometer más entretenimiento que poner los pies en un museo, espacio diáfano y minimalista que nos muestra obra estática. Error. Esto es un prejuicio.
Es por ello, que me atrevo y los invito a explorar aquello que se nos ofrece mucho más dinámico de lo que nosotros imaginamos.

Empecemos por el principio
Los museos surgieron en el siglo XVIII, el “Siglo de las luces”, en Europa, en el marco del movimiento cultural de la Ilustración. En estos tiempos, se sostenía que la razón humana podía combatir la ignorancia, la superstición y la tiranía. A partir de esta idea surgieron diferentes propuestas tanto económicas, políticas como sociales. Los museos fueron una expresión de esta corriente. En este contexto, dichos espacios cumplían una función básica, científica, siendo lugares donde se almacenaban y clasificaban principalmente bienes naturales.
Es a partir de las II Guerra Mundial, cuando se cuestiona la función de los museos y se plantea una nueva museología. Así, se incluyen conceptos como la democracia cultural, la integración de disciplinas, la identificación con la sociedad, lo interactivo y lo participativo.

En esta línea comienzan a intervenir organizaciones con peso global como la UNESCO, quien establece que los museos son centros de conservación de la diversidad cultural (de la cultura de TODOS) y de acceso a los conocimientos sobre nosotros y sobre los demás. Según dicha institución, los museos permiten la participación mutua de especialistas y del público en general, facilitando la unión social.

Por su parte el ICOM (Consejo Internacional de Museos, 1946) establece una definición universal que se aplica sin límite estatal, gubernamental, territorial, o estructural: los museos son instituciones de carácter permanente, no lucrativos, al servicio de la sociedad y su desarrollo, abiertos al público, que exhiben, conservan, investigan, comunican y adquieren objetos que tienen que ver con la vida e historia del hombre y su entorno natural. Este concepto integra a otras instituciones como zoológicos, jardines botánicos, monumentos, y centros culturales sin fines de lucro.
Todo bien hasta ahora, pero la pregunta sigue en el aire… ¿qué onda los museos hoy?

Tiempo después, el desafío más vivo que nunca 

Gracias a dichas definiciones (que ya llevan 50 años) y a continuas reflexiones sobre la actividad que los museos deberían ofrecer, estos espacios han ido dejando de lado el clasicismo que los vio nacer. Sin embargo esta tarea no ha sido tan sencilla y la historia no es toda color de rosa. Diferentes causas, ideológicas, políticas e incluso económicas, han hecho que a distintos museos les costará mucho tiempo adaptarse a las nuevas exigencias. Es así que hasta la actualidad, podemos encontrarnos con museos con perfume a viejo (los cuales se encargan de llenarnos de prejuicios). Afortunadamente, en los últimos años, la experiencia ha demostrado la importancia de evolucionar. Los museos han sido redescubiertos como fuentes de desarrollo económico y humano. Esto se debe a que su actividad fomenta un consumo comprometido con el conocimiento, reconecta al hombre con sus raíces, estimula el turismo y permite abordar la cultura de otros. De esta manera, en estos últimos 20 años se han desarrollado interesantísimas propuestas museográficas, en todo el mundo (principalmente en el mundo anglosajón, pionero en el tema).
 
                     Exposición "Por laberintos", CCCB Barcelona 2010.
  
                  Museo Genaro Pérez, Córdoba 2010.

No podemos perdernos la oportunidad de acercarnos a los museos de nuestra ciudad o de aquellas que visitemos. Siempre habrá algo que podrá conmovernos. Muchas veces, hablar de historia o de arte, suena aburrido, pero esto nos conecta con nuestro ser. Como dice el geógrafo inglés David Lowenthal, “El pasado es algo esencial. Si nos faltara, careciéramos de toda identidad y el presente no tendría sentido”. Los museos son esa oportunidad de enlazarnos con nuestro origen y existencia. En palabras de Cecilia Infante, museóloga chilena, estos espacios son “máquinas del tiempo”. que nos permiten relacionarnos con objetos verdaderos, con sensibilidad y gran poder de retención.He aquí la nueva noción de museo en la que todos deberíamos participar. He aquí un nuevo camino a recorrer: los museos como espacios vivos.

Malos vicios

Existen algunos NO que los museos deberían evitar, pero en los que es muy fácil que la pifien:

- Descontextualizar bienes culturales. Este es típico problema que supone la organización de una muestra. Los bienes allí expuestos son desnaturalizados. El uso de recursos museográficos creativos, es un camino para garantizar la empatía del público con el objeto (una correcta iluminación, la ubicación de la pieza, su cartela explicativa, el diálogo con las otras obras).
- Saquear el patrimonio cultural de ciertos lugares desprotegidos. Un caso muy polémico fue la adquisición por parte del British Museum de gran cantidad de piezas arqueológicas de Antiguo Egipto, como la Piedra de Rosetta, cuya devolución Egipto reclama actualmente.
- Excluir a sectores sociales. Fomentar la formación de “guetos culturares”, puede ser un clásico de los museos. En este aspecto el arte contemporáneo es la estrella. Famoso por ser un tipo de arte ‘sólo para entendidos’, en más de una exposición de este tipo, nos hemos ido con el mal sabor de no cache nada.

Guía para el visitante copado
- No es necesario forzarse a entender todas las obras de principio a fin. Los museos no quieren ponernos a prueba. Se nos ofrecen como una alternativa para admirarse y crear inquietudes. Allí podemos encontrar saberes o simplemente dejarnos seducir o emocionar.
- Podemos recorrer las exposiciones a nuestro antojo. Si bien el comisario o curador puede marcar el recorrido del espacio y establecer un ritmo de visita (dependiendo del tema), el público elegirá cómo seguir la exposición.
Debemos tomarnos el tiempo para deternos y contemplar aquellos objetos que más nos llaman la atención. De igual modo, podemos pasar más rápidamente por aquellas manifestaciones que no nos producen empatía, e incluso no ver todas las salas de la exposición. Podemos terminar el recorrido en una segunda visita.
- El tiempo que una persona puede estar en una exposición es de máximo 2 horas. Pasado este tiempo, nos sentimos agobiados. De todas maneras, esto dependerá de cada uno y del tema de la muestra. 
- Más que exposiciones. Más allá de muestras, los museos organizan actividades paralelas, educativas y de soporte como conferencias, talleres, ciclos de cine, música, investigaciones, etc. Siempre esta bueno estar al tanto de estas ofertas, ya que son pensadas para público diverso. Además, podemos contar con productos comunicativos muy útiles como catálogos, desplegables (folletos informativos), páginas webs, presencia en redes sociales, lo cual ayuda a entender de cerca la propuesta del museo y seguirla a fondo. También, cuentan con bibliotecas o archivos públicos, donde todos podemos consultar información.
- Los museos se adhieren a las TICs. El uso de nuevas tecnologías en la puesta museográfica, es algo que se ha dado muy naturalmente en ciertos museos (aplicaciones interactivas, recursos multisensoriales, etc). El gran desafío es poder aplicar estas herramientas en un sentido democratizador que integre a públicos particulares como personas ciegas, sordas, con problemas mentales, personas mayores e incluso niños. Es necesario exigir que las exposiciones y estructuras edilicias de estos espacios, contengan formatos incluyentes de todos los sectores sociales.

Aquí les comparto un video del making of de la exposición "Tabakalera suena", que se realizó en una antigua fábrica de tabaco de Donostia-San Sebastián. El propósito de la muestra fue recorrer y descubrir el edificio, inagurado como centro cultural, a través de los sonidos.

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